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MEN (2022) EL TECHO DE LA ANGUSTIA

Foto del escritor: antonio mateosantonio mateos


  • Director: Alex Garland 

  • Guion: Alex Garland 

  • Reparto principal: Jessie Buckley como Harper, Rory Kinnear en múltiples papeles, Paapa Essiedu como James 

  • Duración: 100 minutos 

  • Temática: Horror psicológico, trauma, culpa, misoginia, duelo 

  • Compositor: Ben Salisbury y Geoff Barrow 

  • Fotografía: Rob Hardy 

  • Productora: DNA Films 

  • Distribuidora: A24 

  • Estilo visual: Atmosférico y perturbador, fusionando la belleza natural con lo grotesco, creando tensión entre lo bello y lo inquietante. 

  • Inspiración: Folclore británico y horror corporal, explorando lo primigenio y la relación entre lo humano y lo monstruoso. 



Película que no se entregue fácil al espectador; se despliega como un enigma visual y emocional, una pesadilla revestida de inquietudes y ecos persistentes. La obra nos enfrenta a una serie de imágenes perturbadoras que trastocan el orden de lo real, transformando lo conocido en un terreno extraño e incómodo, como si cada plano revelara la fragilidad del límite entre lo tangible y lo imaginado. 


En el centro de este inquietante laberinto encontramos a Harper (Jessie Buckley), quien busca consuelo en un paraje rural inglés tras una tragedia personal. Sin embargo, en lugar de hallar paz, se sumerge en una atmósfera cargada de significados oscuros y presencia amenazante. El pueblo en el que se hospeda no es solo un entorno físico; es una extensión de su propio tormento, un espacio que amplifica sus temores y los manifiesta en formas corpóreas. Es como si cada árbol y cada sombra llevaran consigo una carga ominosa, reverberando con una historia que espera ser descifrada. 


La multiplicidad de personajes interpretados por Rory Kinnear aporta un extraño matiz a la narrativa, creando una suerte de espejo distorsionado en el que Harper no puede hallar ninguna certeza. ¿Son estos hombres, que aparecen con rostros y cuerpos similares pero con actitudes distintas, manifestaciones de un mismo arquetipo? Aquí, Garland parece sugerir que lo que vemos no es tanto un desfile de antagonistas, sino la multiplicación de un único espectro: una presencia omnisciente que habita en el silencio y la inquietud. No son solo personajes, sino representaciones alegóricas de la opresión y el trauma, encarnaciones de un patriarcado eterno que se niega a morir. 


Los desquicios del filme te arroja constantemente en un espacio indefinido donde lo real y lo metafórico se entrelazan. Harper enfrenta la tragedia de su pasado y el desconcierto del presente como si fueran uno solo, como si cada paso que diera en ese pueblo la acercara no a la resolución, sino a una verdad incómoda que siempre ha estado a su lado, oculta pero latente. Garland, al igual que en sus trabajos previos, despliega su capacidad para crear atmósferas cargadas de tensión, jugando con lo sugerido y lo explícito, con la belleza y lo macabro. La casa en la que Harper se aloja actúa como un teatro de horrores donde la culpa, el dolor y la muerte parecen haberse enraizado, generando una sensación de constante desasosiego. 


Las referencias a lo mitológico y lo arquetípico son profundas. La figura del "hombre hoja", inspirada en la iconografía pagana, evoca una fusión entre lo humano y lo natural, un recordatorio de que el terror no siempre proviene de lo sobrenatural, sino de lo intrínseco a nuestra condición primigenia. La película no pretende ofrecer respuestas concretas; más bien, plantea interrogantes sobre el miedo, el duelo y la naturaleza cíclica de la violencia. Cada escena se convierte en una capa más de un viaje introspectivo, donde el espectador es despojado de cualquier sensación de estabilidad. 


El clímax es una suerte de rito de renacimiento grotesco y espeluznante, una secuencia que desdibuja por completo las fronteras entre lo real y lo simbólico. Garland juega con la idea de la perpetuación del dolor y el trauma, sugiriendo que lo monstruoso se regenera continuamente, como si no hubiera escapatoria posible. Esa insistencia en lo cíclico impregna la pantalla de una angustia casi cósmica, donde lo humano y lo inhumano se funden en un mismo torrente de desesperación. 




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