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THE BABY OF MACON (1993)

 Ambas abordan la maternidad como herramienta de control. En The Baby of Macon, la fertilidad de una mujer virgen es explotada por la Iglesia y la sociedad, quienes ven al niño como un milagro divino para manipular al pueblo. De manera similar, el embarazo se convierte en un acto ritualístico controlado por una comunidad secreta, destacando cómo las instituciones ejercen dominio sobre el cuerpo femenino y la idea de la maternidad.

POSSESSION (1981)

Abordan el colapso emocional y psicológico de una mujer atrapada en relaciones opresivas. En Possession, el deterioro matrimonial lleva a Anna a un vínculo aterrador con una entidad sobrenatural, que simboliza su liberación y destrucción. De manera similar, el aislamiento y la manipulación de su entorno transforman la maternidad en un proceso oscuro, donde fuerzas externas dictan su destino, explorando el control y la invasión del cuerpo femenino en contextos de trauma y alienación.

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CARNIVAL OF SOULS (1962)

Exploran la vulnerabilidad psicológica de una mujer atrapada en un entorno opresivo y enrarecido. En Carnival of Souls, la protagonista se enfrenta a una realidad cada vez más surrealista tras un accidente, siendo acosada por presencias extrañas que la alejan de su autonomía. De manera similar, el aislamiento y la manipulación por fuerzas externas convierten su entorno cotidiano en un espacio de terror psicológico, cuestionando la línea entre lo real y lo sobrenatural mientras el control sobre su destino se desvanece.

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THE LEGACY (1978)

Giran en torno a una mujer atrapada en una red de manipulación con tintes sobrenaturales. Una pareja es llevada a una mansión donde la protagonista descubre estar destinada a heredar un legado oscuro relacionado con un pacto demoníaco. De manera similar, el control ejercido por una comunidad secreta transforma la maternidad y el destino en herramientas de poder, explorando cómo las fuerzas externas moldean y esclavizan a las protagonistas en nombre de un propósito oculto.

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La figura del cuadro SEATED FIGURED (1961) de FRANCIS BACON y el marido Castevet sentado al inicio de la cena en Rosemary's Baby comparten un inquietante aire de deformidad psicológica. Ambos evocan una presencia espectral y alienante: Bacon, con su figura distorsionada y atrapada en un espacio que parece devorarla; el Sr. Castevet, con su postura rígida y su aura inquietante, simboliza el control y la corrupción sutil en el entorno doméstico. En ambas imágenes, la silla es más que un objeto: es un trono de poder envenenado, una jaula que fija la mirada en el abismo del mal latente.

LA MUJER EN LA VENTANA de CASPAR DAVID FRIEDRICH (1822) y la cocina de Rosemary's Baby comparten un contraste inquietante entre la aparente calma del espacio y una tensión latente que lo trasciende. En el cuadro, la mujer de espaldas frente a la ventana evoca soledad y contemplación, mientras 

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el exterior sugiere un mundo que no le pertenece del todo. En la cocina de Rosemary, la luminosidad y el orden doméstico esconden una atmósfera de aislamiento y vulnerabilidad. Ambos escenarios son trampas silenciosas: lugares de transición donde lo cotidiano esconde un abismo emocional o sobrenatural.

THE CRADLE (1872) BERTHE MORISOT Comparten una atmósfera de inquietud ante lo aparentemente inocente. En ambas, la mirada femenina transmite una fragilidad que oculta un peligro latente: en la película, la revelación de la verdadera naturaleza del bebé se fusiona con el miedo a lo desconocido, mientras que en la pintura de Morisot, la delicadeza de la cuna esconde una tensión palpable, como si el futuro del niño estuviera marcado por una incertidumbre sombría. Ambas obras sugieren que lo más vulnerable puede ser lo más amenazante.

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La Madonna (1894) de Edvard Munch y la figura materna en las obras de terror psicológico comparten una dualidad inquietante. En el cuadro, la mujer se presenta como un ser místico, suspendido entre lo humano y lo espiritual, mientras que la imagen materna en el cine de terror se nutre de una angustia primordial, una alteridad que transforma lo sagrado en amenaza. Ambos representan la maternidad en un estado de fragilidad, donde el amor puede volverse monstruoso.

La Torre Roja (1913) de Giorgio de Chirico y la atmósfera de desconcierto en espacios vacíos muestran la imposibilidad de escapar de una realidad que parece estar suspendida en el tiempo. La torre, inmutable y solitaria, transmite una sensación de aislamiento, similar a los escenarios cinematográficos donde el espacio y la luz se convierten en cárceles para los personajes, forzándolos a confrontar sus propios miedos y la parálisis existencial.

El mundo de Cristina (1942) de René Magritte y la sensación de desconcierto ante lo cotidiano revelan la presencia de lo irracional en lo familiar. En el cuadro, una figura está atrapada dentro de un universo de puertas cerradas, mientras que en el cine de terror psicológico, las habitaciones y objetos cotidianos adquieren una extraña densidad, sugiriendo que el peligro acecha tras lo familiar. Ambos mundos se perciben como cerrados, con un miedo inherente a lo que no se puede comprender ni controlar.

Las edades y la muerte (1540-1545) de Hans Baldung y la representación de la mortalidad en sus facetas más perturbadoras reflejan la lucha entre lo efímero y lo eterno. En el cuadro, la muerte está presente como una figura palpable que acecha en cada etapa de la vida. Este mismo tema se puede encontrar en el cine de terror, donde la inevitabilidad de la muerte se presenta como un espectro que persigue a los personajes, desdibujando las fronteras entre lo viviente y lo muerto, creando una atmósfera de angustia existencial.

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LA INVITADA, 1943, SIMONE DE BEAUVOIR
La película y la obra comparten la exploración de dinámicas de poder en relaciones aparentemente íntimas. Beauvoir narra la tensión en un triángulo amoroso, donde la manipulación emocional se disfraza de afecto. Ambos plantean la alienación como resultado de la pérdida de autonomía, especialmente desde una perspectiva femenina.

LA CHUTÉ, 1956, ALBERT CAMUS
En esta obra, Camus explora la culpa y la caída moral, un eco del descenso del protagonista hacia un mundo controlado por fuerzas más allá de su comprensión. Tanto el libro como la película cuestionan el libre albedrío y muestran cómo los personajes se convierten en peones de sistemas opresivos que los despojan de control.

THE KING IN YELLOW, 1895, ROBERT W. CHAMBERS
El horror sutil y lo inexplicable conectan ambas narrativas. Chambers presenta un libro maldito que corrompe a quien lo lee, mientras que la película sugiere cómo una verdad prohibida desmorona la cordura. Ambas obras crean un terror psicológico que emerge de lo desconocido y lo inevitable.

THE SATANIC BIBLE, 1969, ANTON SZANDOR LAVEY
La obra de LaVey resalta la individualidad como forma de empoderamiento, pero también aboga por rituales simbólicos que conectan con temas de sacrificio, transgresión y control. La película incorpora estos elementos, convirtiendo lo ritualístico en un medio de sometimiento en lugar de liberación.

NUESTRA PARTE DE NOCHE, 2019, MARIANA ENRÍQUEZ
Enríquez yuxtapone lo sobrenatural y lo humano para explorar cómo el poder y el deseo moldean destinos. Tanto el libro como la película muestran cómo las familias pueden convertirse en microcosmos de opresión, donde las decisiones de unos pocos condenan a otros a un destino predeterminado.

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