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LAMB

No es solo un escenario; es un personaje omnipresente. Valdimar Jóhannsson utiliza su tierra natal como un lienzo emocional, donde los horizontes infinitos y montañas imponentes proyectan una sensación de soledad y misterio. Cada locación fue elegida cuidadosamente para captar esa conexión mística con la naturaleza, evocando el espíritu ancestral de la tradición nórdica. 

El clima, caprichoso y etéreo, se entrelaza con la narrativa, mientras que los cambios sutiles en la luz natural acentúan el tono melancólico del filme. Islandia, tierra de sagas y de los huldufólk —esos "seres ocultos" que según la mitología habitan sus paisajes—, alimenta la atmósfera entre lo humano y lo fantástico, recordándonos que en sus vastedades reina algo más que el silencio: una fuerza primigenia. 

iSLANDIA

MITOLOGÍA

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2021

                              ANIMALES COMO PUENTE ENTRE MUNDOS 


La tradición escandinava está repleta de simbolismos ligados a los animales. Jóhannsson retoma esta riqueza cultural, imbuyendo a los corderos de la película con un peso casi mítico. Ada, el cordero antropomórfico, encarna el arquetipo del animal mediador, un vínculo entre lo humano y lo divino, entre lo real y lo fantástico. Las hermanas diosas, Frigg y Freyja, representan esa unión con la naturaleza, desde el respeto y el sacrificio, sin disrumpir su sabiduría.

Historias como la de Tanngrisnir y Tanngnjóstr, las cabras mágicas de Thor, son un claro ejemplo de esta conexión: sacrificables, consumibles, pero siempre capaces de resucitar, simbolizando el ciclo eterno de vida y muerte. La granja no es solo un lugar de sustento, sino un microcosmos donde lo humano y lo animal coexisten en una tensión constante. 

                    LA DUALIDAD ENTRE LO HUMANO Y LO ANIMAL

 
Jóhannsson explora una frontera delicada: la difusa línea entre lo humano y lo salvaje. Ada no solo representa el deseo de redención de los personajes, sino también un recordatorio de las consecuencias de desafiar el orden natural. Esta idea resuena con antiguos mitos nórdicos, como el de las fylgjur, espíritus protectores vinculados a familias, a menudo representados como animales híbridos. 

En las leyendas, la unión de lo humano con lo animal desata fuerzas que transgreden las normas del mundo conocido. Lamb traduce estas historias al presente, mostrando cómo lo fantástico no solo irrumpe, sino que exige un precio espiritual. 

                                                   EL DUELO EN SILENCIO 


El eje silencioso de la narrativa, se comunica en gestos y miradas más que en palabras. Jóhannsson utiliza a Ada como símbolo del amor maternal y, al mismo tiempo, como un recordatorio del vacío emocional que los personajes intentan llenar. En tradiciones escandinavas, los animales híbridos se asocian con el limbo entre la vida y la muerte, ese espacio ambiguo donde coexisten la pérdida y la aceptación. 

En el filme, cada interacción entre los humanos y Ada transmite una ambivalencia inquietante: un anhelo de conexión, pero también una sensación de transgresión inevitable. 

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EL ROSTRO DE LO RURAL 
La granja, con sus paisajes bucólicos y sus rústicas estructuras, no es simplemente un refugio; es un símbolo de lo primitivo. Jóhannsson destacó que quería capturar el alma del campo islandés, donde la vida cotidiana se entrelaza con lo mítico. Las raíces de Lamb están en los cuentos de hadas oscuros que precedieron a los Hermanos Grimm, donde las reglas del mundo natural, si se violan, desatan catástrofes. 

El cordero antropomórfico conecta directamente con estos relatos tradicionales, en los que la arrogancia humana al intentar controlar lo salvaje conlleva una ruptura que nunca queda impune. 

UNA MIRADA A LO ATEMPORAL 
Lamb es más que una película; es un eco de historias ancestrales. Jóhannsson mezcla lo mítico con lo moderno, explorando temas universales como el duelo, el amor maternal y la conexión con la naturaleza. Con un paisaje que se convierte en voz y unos animales que encarnan lo simbólico, la obra nos lleva a reflexionar sobre nuestra posición en un mundo que, pese a su aparente domesticación, sigue siendo profundamente indomable. 

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